Todavía queda xapapote que limpiar

Izquierda Unida ha abierto la tapa del inmundo retrete que es la política, porque vuelvo a oler ese inconfundible hedor de siempre. Nada nuevo.

La orden de alejamiento se dio apenas dos horas después de conocerse que el petrolero zozobraba en aguas gallegas. Eran aproximadamente las cinco de la tarde del 13 de noviembre cuando José Luis López Sors, director general de la Marina Mercante, le dijo a Pedro Sánchez, jefe del Centro Nacional de Coordinación de Salvamento (CNCS): «La consigna es que cojan el barco, les puedan dar un cabo y que lo separen de la costa hasta que se hunda». Lo que mucha gente no sabía es que un sistema automático grababa las comunicaciones de los centros de control, incluidas las conversaciones por los teléfonos fijos. López Sors era el principal responsable de la gestión del accidente. Por encima de él en la escala de mando solo estaba el ministro Francisco Álvarez Cascos. "El Gobierno del PP provocó una marea negra sin precedentes al margen de cualquier informe técnico y al margen de cualquier reunión de órganos políticos al máximo nivel", insistió Llamazares.

Esto significa que no hubo consejo de expertos (vamos, como si me lo hubiera creído) y que la decisión no se tomó al día siguiente como sostiene la versión oficial. ¿Qué hubiera pasado si hubiera estado gobernando el PSOE? Pues no lo sé, puede que lo mismo o puede que no, pero en ese momento estaba gobernando el PP y por eso los machaco. No porque se hundiera el barco sino por lo embusteros que son. ¿Por qué ningún político dimite por sus errores? ¿Para qué demonios se les paga? Si un currante la caga en su trabajo lo más probable es que se le eche, pero los políticos españoles no, eso de asumir sus responsabilidades no va con ellos. Es como si se les pagara por nada. Supongamos que estás a cargo del ejército y mueren 62 militares en un accidente que podría haberse evitado. Lo normal sería que se te cayera la cara de vergüenza al menos, no que fueras al entierro para hablarle mal al primer familiar descontento. En fin, lo de siempre.