Uno va conduciendo tranquilamente y sin molestar a nadie, al doble de la velocidad permitida, sin permiso de conducir, saltándose algún que otro semáforo en rojo y olvidándose (suponiendo que está enterado) de la preferencia de los peatones en un paso de cebra. Entonces, por circunstancias de la vida, se le cruza un pobre desgraciado. ¡¡¡Vaya!!! pues lo he atropellado. ¡¡¡Qué putada!!! (para mí mismo claro), voy a girarme a ver si está muy mal el pobre. Bueno, parece que se acercan tres o cuatro personas, seguro que queda en buenas manos. Yo, por si acaso, me largo de aquí a toda leche saltándome unos cuantos semáforos más, no sea que me complique la vida el tío ese.
Pero una vez en casa no puedo dejar las cosas así, tengo el coche con una buena abolladura. ¿Qué puedo hacer? Pues ya está, si alguien pregunta diré que ha sido mi hermano que se ha dado contra unos cubos de basura. Pero esto no puede quedar tampoco de esta manera, así que urdiré un astuto plan con algún familiar, algún amigo y un par de polis; de esta me escapo seguro. Pues ya está, aquí no ha pasado nada. Lo único que pasa es que al final ha muerto el pobre hombre, qué lástima.
En fin, resulta que un amigo, que trafica un poquillo con drogas, tiene el teléfono pinchado y yo, como soy un poco tonto, le cuento alguna cosilla del asunto. Menuda cara de asombro se les habrá quedado a los de la Brigada de Régimen Interno de la poli. ¿Pero qué van a hacer? ¿Dejar de escuchar una conversación tan amena? ¿Deberían avisar al juez no? Bueno qué más da. Pues nada, ya saben que he sido yo, así que me interrogan. Y a los seis meses del atropello mortal pues confieso, porque es una confesión que conste.
Pues parece que se me acusa de alguna cosilla. ¿Imprudencia grave con resultado de homicidio?, es posible, pero el detalle de mi confesión me bajará la pena (que conste que no pueden usar lo del teléfono pinchado, así que la única forma con la que pueden saberlo es porque lo confesé). ¿Omisión del deber de socorro? Ya me aseguré de mirar si el hombre era atendido, no pueden negarme eso, así que la pena también se rebaja. Y lo del plan para implicar a mi hermano es mentira, yo jamás dije que mi hermano condujera ese día mi coche. Pues ya está, al final se me imputa una pequeña condena, tan pequeña que no hará falta que vaya a la cárcel. Seguro que con una multa lo arreglamos. Y lo del carnet de conducir puede esperar, total tengo limusina. Lo mejor es que con este asunto salgo mucho en la tele y me he hecho un poquito más famoso. Igual hasta puedo subir el precio de las entradas y así saco algo para la multa. Y eso es todo... bueno, pronto me caso, podéis desearme suerte. Pero no la necesito realmente, tengo buena estrella.
NOTA: Creo que puedo asegurar que no hablo de mí mismo. Y no me caso.